En el municipio de San Alberto, en el sur del departamento del Cesar, la palma llegó en la década de los años 60. Veinte años después, nació Sintraproaceites, el sindicato de una de las empresas más importantes de esta agroindustria, Indupalma Ltda. Uno de los grandes logros de esta lucha sindical, antes de llamarse Sintraproaceites como tal, fue la histórica huelga de miles de trabajadores de la palma en el año 1977. Los trabajadores exigían, después de tres intentos durante 15 años atrás, que se reconocieran como trabajadores directos de una empresa y se dejara a un lado la máxima explotación que había con el sistema de contratistas. Luego de ese suceso, los trabajadores de la palma de aceite han luchado por más de cuatro décadas por sus derechos, los cuales han sido vulnerados en repetidas ocasiones hasta la actualidad, pues el sindicato estuvo a punto de entrar en huelga el pasado mes de agosto. ¿Por qué seguir luchando?
Según Arturo Rincón, presidente de Sintraproaceites, para el mes de julio de este año Indupalma ya contaba con varios retrasos de hasta 20 días en el desembolso de los salarios y la seguridad social de los trabajadores, quienes deben cosechar el fruto de palmas que pueden superar los 10 metros de altura.
Tampoco era puntual la entrega de dotaciones para el trabajo, el auxilio de transporte para citas médicas y otros pagos de servicios de salud —que no solo afectan al trabajador sino también a sus familiares afiliados al sistema—, y el rodamiento de las motos que usan durante sus labores. Además, el año pasado fueron despedidos 22 trabajadores sindicalizados, semanas antes de la elección de la nueva Junta Directiva de Sintraproaceites.
A causa de esto, desde el pasado 22 de julio hasta el 3 de agosto los trabajadores no desarrollaron sus labores dentro de la empresa por falta de seguridad social, y realizaron asambleas permanentes para buscar soluciones a la situación. La decisión por la huelga alertó las alarmas de los directivos de la empresa, quienes se reunieron con el sindicato, el Ministerio del Trabajo y la CUT nacional el 13 de agosto para firmar compromisos de pago y levantar un acta de desistimiento de la huelga.
La paz en el terreno intentó hablar con Indupalma para conocer por qué esperaron a que la situación llegara a tal circunstancia, pero solo tuvimos respuesta desde Fedepalma, el gremio que agrupa a las empresas del negocio palmero en el país. Fedepalma, a través de su oficina de comunicaciones, afirmó que la huelga era un asunto privado de Indupalma en el que el gremio no interviene. Sin embargo, apoyan el derecho a la organización sindical, pero consideran que la huelga no es una salida porque afecta tanto a la empresa como a los trabajadores.
Luego de la reunión final, Rincón afirmó que “La huelga es una herramienta pero mientras se pueda evitar hay que buscar otras alternativas. Siempre tenemos la voluntad de resolver por la vía del diálogo”.
Aunque se haya llegado a un acuerdo, para Ángela Serrano, candidata a doctora en Sociología de la Universidad de Wisconsin-Madison, este tipo de incumplimientos es un obstáculo para la labor de los sindicatos, pues no permite que concentren sus esfuerzos en proyectos que promuevan el bienestar de los trabajadores, y en cambio deben luchar por la supervivencia del sindicato y exigir las obligaciones que la empresa debe cumplir conforme a la ley. La investigación de Serrano se enfoca en cómo la palma de aceite en el Magdalena Medio cambia las oportunidades laborales en la zona.
Una situación similar se presentó el año pasado, cuando Sintraproaceites debió imponer una tutela en contra de la empresa por no pagar a tiempo los aportes que le corresponden al sindicato para su funcionamiento y provienen de una parte del sueldo de los trabajadores. El juez falló a favor del sindicato, argumentando que el incumplimiento era una violación al derecho a la organización sindical.
Entrevista Arturo Rincón from Rutas del Conflicto on Vimeo.
En Colombia, los sindicatos de los trabajadores de la palma de aceite cumplen un papel fundamental. Teniendo en cuenta que nuestro país es el cuarto productor de aceite de palma en el mundo y el primero en América Latina según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), la labor de Sintraproaceites en el territorio es clave para el desarrollo de la región, como lo explica Serrano: “pese a que la palma de aceite es un muy buen negocio, nada asegura que esos ingresos que genera el cultivo se traduzcan en bienestar para la población que vive cerca a las plantaciones. Sindicatos como el de San Alberto son los que han mediado para que la empresa invierta en el lugar donde se produce la palma, por ejemplo con préstamos de vivienda para desarrollo urbano, inversión en escuelas y demás”. A pesar de ello, las dificultades del sindicato son de vieja data.
El pasado 28 de mayo, la Universidad de los Andes, con el apoyo de diversas organizaciones de la sociedad civil, hizo el lanzamiento del informe ‘Y a la vida por fin daremos todo: Memorias de las y los Trabajadores de la Agroindustria de la Palma de Aceite en el Cesar, 1950-2018’. En el documento, realizado por el Centro Nacional de Memoria Histórica con la participación de Sintraproaceites y Sintrainagro, se dieron a conocer diferentes oleadas de violencia que han vivido los trabajadores, incluyendo la perpetrada por paramilitares como las Autodefensas del Sur del Cesar, que delinquieron en la zona desde 1995 bajo el mando de Juan Francisco Prada, alias ‘Juancho Prada’.
Entrevista Aníbal Mendoza y Ciro Quiroz from Rutas del Conflicto on Vimeo.
El informe también relata cómo, entre 1971 y 2018, 300 personas entre integrantes de Sintraproaceites y sus familiares fueron desplazados y otros 112 trabajadores de Sintraproaceites y Sintrainagro, asesinados.
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Poco antes del lanzamiento del informe, Fedepalma, gremio que agrupa al sector de la agroindustria de la palma de aceite en el país, envió una carta al director del CNMH para que fuera tenida en cuenta la versión de Indupalma en los informes de memoria histórica.
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Así, los recientes incumplimientos que llevaron al sindicato a imponer una tutela y casi entrar en huelga, se convierten en un capítulo más de la lucha contra la vulneración de sus derechos. En cuanto a la violencia, Bernardo Cuadros, trabajador y miembro del sindicato, dice que “a pesar de que Sintraproaceites no ha recibido amenazas contundentes últimamente, nos preocupa la situación de peligro actual de los líderes sociales y sindicales del país”, además de la estigmatización que dicen tener por parte de la empresa. De esta manera, aunque pase el tiempo, ser líder sindical de la palma de aceite aún implica riesgos y dificultades que parecen seguir un ciclo sin fin.
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