El liderazgo social es considerado como una de las labores más peligrosas de ejercer en Colombia. La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, según su informe anual, registró 441 ataques, incluyendo 121 asesinatos a líderes sociales en 2017. Estos asesinatos incluyen a 84 defensores, 23 miembros de movimientos sociales políticos y 14 muertes de personas durante protestas sociales.
El 2017 fue un año determinante para el país en temas relacionados con conflicto armado, pues comenzaba la implementación de los Acuerdos de Paz con la guerrilla de las Farc. Los líderes y defensores de Derechos Humanos durante este proceso han sido los veedores del cumplimiento de lo pactado y de la coherencia entre estas acciones y las necesidades de las comunidades. Según Carlos Guevara, director del programa Somos Defensores, organización no gubernamental encargada de desarrollar propuestas para prevenir y proteger la vida de los defensores de derechos humanos que trabajan por los intereses de las comunidades afectadas por la violencia en el país, el aumento en los últimos años de los asesinatos a líderes en el país se debe a que “los defensores de Derechos Humanos son, fueron y seguirán siendo los que han defendido la paz negociada".
Con todo este panorama que ha sido tema de conversación en los medios de comunicación locales y nacionales, muchas personas en el país no saben qué es un líder social y qué actividades realizan. Desde varias organizaciones existen definiciones diferentes que se rigen, al igual que el Gobierno, por parámetros internacionales como los de la Organización de Naciones Unidas, para definir a un defensor de Derechos Humanos: “Es una persona que, individualmente o junto con otras, se esfuerza en promover y proteger esos derechos”.
El programa Somos Defensores, en su informe Stop Wars, que analiza las causas de las muertes de líderes sociales, define a un líder como “cualquier persona que se dedica a la defensa, promoción, respeto y protección de los Derechos Humanos en el ámbito nacional e internacional, que además trabaja por la eliminación efectiva de las violaciones a los Derechos Humanos en el plano nacional y/o regional”.
El Sistema de Información sobre Agresiones contra Defensores de Derechos Humanos, creado en 2006 con el apoyo del Banco de Datos del Cinep con el fin de documentar los casos de agresiones a los líderes en el país, retoma la definición de Somos Defensores pero, además, agrega que “un defensor de Derechos Humanos es en sí mismo un líder en la sociedad civil en cualquiera de sus ámbitos geográficos (nacional, regional o local), lo que significa que no pertenece a ninguna institución del Estado”.
Aunque estas definiciones de organizaciones no gubernamentales corresponden más a caracterizaciones académicas, en la práctica las comunidades y los mismos líderes se autoreconocen por diferentes motivos. Luis Carlos Suárez, líder campesino de Tierralta, Córdoba, comenta que ser un líder es “tener sentido de pertenencia por todo un territorio, es luchar por esas reivindicaciones que todos queremos colectivamente y trabajar, no tener protagonismo sino tratar que las cosas vayan bien y con disciplina”.
Las definiciones oficiales y de algunas organizaciones tienen varios puntos que coinciden en lo que pasa realmente en terreno y en cómo las comunidades reconocen a sus líderes. Pero en muchas ocasiones hay contradicciones con las actividades por las que día a día trabajan hombres y mujeres en sus comunidades. En algunos informes se dice que un líder social no podría ejercer en la política pero se observa que en muchos casos el liderazgo es ejercido por personas afiliadas a diferentes grupos políticos y que representan a comunidades muy variadas desde diversos asuntos de la vida cotidiana.
Por ejemplo, Luis Gerardo Ochoa quien era un abogado en Pitalito, Huila y fue asesinado el 6 de abril de 2017, fue personero de los municipios de Albania, Caquetá y de Pitalito, donde también se postuló como precandidato a la alcaldía. Ochoa representa el caso de varios líderes y lideresas del país que trabajan con las comunidades y a la vez, tienen una afiliación política clara.
Esta situación se ha debatido desde diferentes organizaciones al momento de definir y catalogar quién es un líder social o si es adecuado referirse a ciertas personas como líder. También se discute sobre el tiempo que debe llevar una persona siendo líder para catalogarlo como tal. Para Guevara de Somos Defensores “la comunidad, la organización o la gente es la que avala si una persona es un defensor, sí es un líder social, si ha trabajado por la comunidad”.
Sin importar la variedad de definiciones para catalogar a un colombiano como líder social, campesinos, indígenas, mujeres, afro, todas estas personas, parten de un un fin común: trabajar por las necesidades de las comunidades y el territorio. Lisinia Collazos líder indígena de la comunidad Nasa y quien fue la gobernadora del resguardo kitek kiwe en el Cauca, reconoce a un líder social porque “orienta a la comunidad, realiza un trabajo social comunitario sobre las necesidades de los territorios”.
¿Qué hace un líder social?
Establecer los parámetros para definir las características de un líder social puede ser un ejercicio complicado y más si se busca crear una definición cercana a la realidad. El último informe anual del Alto Comisionado de las Naciones Unidas sobre la situación de los Derechos Humanos en Colombia establece que no todos los integrantes de una organización social tendrían que ser líderes o defensores. Para el ejercicio de entender y categorizar a un líder social, la Declaración sobre los Defensores de Derechos Humanos de 1998 de la ONU sugiere que la mejor forma para definir a un líder es describiendo las actividades que realiza.
Colombia tiene una variedad de problemas en región relacionados con la violencia, la desigualdad y cada una de estas dificultades ha motivado la formación de liderazgos para hacer valer los derechos de las comunidades en cada uno de estos temas: ambiental, agrario, indígena, afrodescendiente, LGBTI, mujeres, sindical, estudiantil, entre otros.
El liderazgo campesino o agrario, como algunas organizaciones y observatorios lo catalogan, es uno de los más variables al momento de definirlos, pues en él se integran actividades de sustitución de cultivos, conservación ambiental y reclamaciones por la propiedad de la tierra. Por ejemplo, Andrés Narváez es un líder de tierras de Ovejas, Sucre, quien además de estar al frente de un proceso de solicitud de restitución de tierras, también gestiona proyectos agrícolas para mejorar las condiciones de vida de su comunidad. En 2014, Narváez sufrió un ataque en el que recibió cuatro disparos en el tórax sin mayores implicaciones, pues ninguno afectó órganos vitales.
Otro caso es el de Edilberto Cantillo Mesa, un líder reclamante de tierras del municipio de Copey, Cesar y presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda Entrerríos. Cantillo trabajó con su comunidad en procesos de restitución de tierras en esta zona que es la segunda con más reclamantes del Cesar. Fue asesinado el 4 de febrero de 2017 en su vereda y aún se desconocen las causas y responsables de su muerte. Cantillo es uno de los tantos casos de líderes que trabajaban por su comunidad desde diferentes frentes: tierras, víctimas, desplazados y Derechos Humanos.
El liderazgo indígena es otro de los más consolidados y amenazados en el país, especialmente en La Guajira y el Cauca. Líderes y lideresas indígenas trabajan con sus comunidades en temas de seguridad campesina, protección del territorio y mejoras en la calidad de sus vías, servicios de salud y educación. Juana Almazo Uriana Epiayu era una lideresa indígena de la comunidad wayuu que trabajaba por su comunidad desde el área de la educación. Fue asesinada el 24 de septiembre de 2017 en La Uribia.
Los líderes indígenas realizan más actividades que no necesariamente están relacionadas con lo que compete a los asuntos indígenas. Los líderes también trabajan temas relacionados con construcción y mejoramiento de vías, cultivos, entre otros. Es importante entender que un líder trabaja desde diferentes frentes, sin importar que se catalogue desde uno solo.
Al igual que Almazo, Éder Cuetia Conda era un líder indígena del cabildo de López Adentro en Corinto, Cauca. Trabajaba por la protección del territorio, el mejoramiento de las vías y las condiciones de la comunidad, pero especialmente, como director de la seguridad indígena del corregimiento Los Andes. Cuetia fue asesinado el 26 de febrero de 2017 en el barrio La Paz de Corinto, Cauca y como los casos de otros líderes del país, las causas de su muerte y los responsables siguen siendo investigados.
En cada región del país hay necesidades y contextos diferentes, organizaciones y líderes que trabajan por mejorar las condiciones de los suyos. Pero de igual forma, existen intereses, grupos y particulares que buscan callar esas voces, ocultar procesos y evadir responsabilidades.
Los líderes campesinos, especialmente aquellos que hacen parte de Juntas de Acción Comunal y pertenecen a organizaciones afro fueron los más agredidos durante el primer semestre de 2017, según el informe Agúzate de Somos Defensores, sin dejar de lado a los demás líderes que desde diferentes frentes resisten a los ataquen en su contra y a su comunidad, o a los que murieron en ese proceso. Este informe muestra que durante los seis primeros meses de 2017, 225 líderes recibieron amenazas, 51 fueron asesinados, 32 fueron víctimas de atentados y 18 fueron blanco de detenciones arbitrarias. En promedio, durante este periodo, diariamente fueron agredidos dos líderes o defensores de Derechos Humanos y cada tres días fue asesinado uno de ellos.
Hay muchas definiciones que buscan crear una descripción general y acertada sobre lo que es un líder social y las actividades que realizan, pero es difícil que se acerquen a la realidad de las comunidades y sus contextos históricos. El 2017 fue un año en el que se registraron más de 41 intentos de asesinato, 213 amenazas, 61 violaciones de los derechos a la intimidad, cuatro desapariciones forzadas y la violación sexual de una mujer activista, según La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Son muchas voces silenciadas pero muchas aún activas que luchan por sus territorios, por el bienestar de sus comunidades y por la adecuada implementación de los Acuerdos de Paz.