Lideresas sociales de distintas partes de Colombia evalúan la participación electoral como una forma de fortalecer sus causas en el ámbito local, y planean postularse a cargos públicos en 2019. Entre ellas hay defensoras de diversos temas, como restitución de tierras, derechos de comunidades indígenas, medio ambiente, sustitución de cultivos de uso ilícito y concejos comunitarios, además de integrantes de movimientos feministas y con perspectiva de género.
Esta investigación fue posible gracias al apoyo de la FES en Colombia
Líder indígena zenú de Puerto Libertador, Córdoba, Darli Rojas aspira a un asiento en el Concejo del municipio. “La gente ha creído en mí en períodos pasados, no lo hice [ser candidata] porque tenía la bebé muy pequeña, pero ahora la gente sigue insistiendo en vista del trabajo social, del liderazgo. El buen líder da hasta lo último, da hasta la vida por su comunidad”, afirma.
Darli es jueza del Tribunal de Justicia de su resguardo y trabajadora social, y es parte de la plataforma de derechos humanos de Puerto Libertador. “Me gusta estar interactuando y luchando por las políticas públicas de las mujeres de nuestro territorio y del país”, añade. Debido a su rol de defensora de derechos humanos, ha sido amenazada y ha sufrido tres hostigamientos.
También de Córdoba, la lideresa de restitución de tierras Maritza Salavarría piensa postularse para el Concejo de Planeta Rica, pero cuenta que tomará la decisión en el inicio del año, debido a los costos que involucra una campaña. “Mi idea es postularme, porque me lo han pedido varias personas. Vamos a esperar a ver qué pasa”, dice. Además de la cuestión financiera, defensoras de derechos humanos también citan la necesidad de capacitarse en temas políticos antes de aceptar una candidatura. “Me gustaría prepararme más antes de lanzarme candidata, pero si el territorio me apoya puede ser diferente”, afirma Dolis Estela Valencia Estupiñán, integrante del Concejo Comunitario de Alto Mira y Frontera, en Tumaco.
Aunque las organizaciones de mujeres han trabajado en diversos frentes, la participación político-electoral no ha sido afín a sus luchas, según Martha Lucía Flor D’Agua, lideresa social hace 12 años en Santander de Quilichao, en el Cauca. Por eso, se están formando organizaciones para impulsar el tema, como la Red de Mujeres Políticas en Expansión, de la cual Martha Lucía es integrante.
La Red fue fundada el año pasado con 12 organizaciones sociales -de mujeres y de grupos de mujeres y hombres indígenas y afrocolombianos- para formar y acompañar a las que hayan decidido participar en la política electoral. Para las elecciones de octubre de 2019, la organización acompañará a la primera candidata a alcaldesa en el municipio de Guachené y a cerca de cinco postulantes a concejos municipales en el Cauca.
Otro movimiento de mujeres con enfoque en incidencia política es Estamos Listas para Gobernar, de Medellín, que cuenta con la participación de la abogada Catalina Cano. “No solamente le apostamos a una agenda que mire a la mujer como una sujeta política, sino también a la comunidad LGTBI, a la comunidad trans, a toda la comunidad que en Medellín somos excluidos por una agenda que sigue protegiendo a los mismos y colocando en el gobierno políticas que nos siguen excluyendo de la ciudad”, afirma.
Catalina cuenta que el movimiento reúne mujeres de diferentes perfiles, entre representantes de movimientos sociales, de la Mesa de Mujeres, de organizaciones no gubernamentales, de cargos públicos y de la academia, como es su caso. Docente de la Universidad Autónoma Latinoamericana, se dedica a estudiar las violencias basadas en género en el interior de las instituciones de educación superior.
La agenda política de Estamos Listas para Gobernar se ha construido con base en la metodología de los círculos de formación, es decir, un grupo base del cual participan mujeres que se responsabilizan de formar, cada una, otro grupo local para la construcción de las demandas y necesidades de forma participativa. “Nos hemos reunido y ese es el gran reto, entender que nuestra ciudad requiere una visión desde la pluralidad y desde la diversidad”, afirma Catalina.
Darli, Maritza, Dolis, Martha Lucía y Catalina participaron en el mes de noviembre del evento Nosotras Ahora, que invitó a 40 mujeres a Sasaima, en Cundinamarca, para un encuentro de capacitación con aquellas que quieren ocupar la política y posicionar agendas de género. El espacio fue gestionado por la organización SeamOS Democracia Digital, con apoyo de la fundación alemana Fescol (Friedrich Ebert Stiftung - Colombia). Entre las participantes, había interesadas en postularse a las elecciones de 2019 para alcaldías, asambleas departamentales y concejos municipales, y otras enfocadas en capacitarse para desarrollar sus candidaturas más adelante, en futuras elecciones.
Considerando la articulación política como una tarea que exige tiempo, y no reduciendo la participación a la disputa electoral, algunas lideresas siguen con su trabajo mientras ven como una posibilidad futura que sus nombres estén en los tarjetones. Este es el caso de Lucelly Torres, de la comunidad arhuaca de la Sierra Nevada de Santa Marta. “Que una mujer se empodere y tome el liderazgo es complejo, porque hay muchas críticas, pero siempre he aprendido que el detalle no es detenerme a discutir, sino mostrarlo con acciones. Ha sido lento, pero lo hemos logrado hacer”, cuenta.
Marcela Bolaño, lideresa wiwa también de Santa Marta, afirma que los desafíos para las defensoras de derechos humanos existen tanto en las sociedades occidentalizadas como en la Sierra. “El agravante que hay allá [en la comunidad indígena] es que no hay acceso a las redes sociales, en muchas ocasiones no hay un paralelo comparativo. Si yo no sé que en otra parte es posible luchar porque eso que está pasando no me gusta, pues, ya si los demás lo viven, ya se vuelve cotidiano”.
Los retos de la vida pública
El panorama presentado por Lucelly es común entre las lideresas entrevistadas: las mujeres enfrentan desafíos específicos en la aceptación de su trabajo como lideresas sociales. En el panorama político-electoral, eso no es diferente.
“La dificultad para las mujeres para tomar la decisión de participar en política o de postular sus nombres son muchas. Está el miedo, el temor, porque cuando una mujer decide postular su nombre prácticamente está colocando su vida al público, empieza a ser cuestionada si es lo suficientemente formada, empieza a ser cuestionada si su vida privada es suficiente pulcra según una sociedad machista, si es buena madre, buena esposa, buena trabajadora. Y las mujeres tendemos a ser un poco reservadas con nuestra vida privada”, afirma Martha Lucía Flor D’Agua.
Entre los retos que la lideresa del Cauca presenta también está la falta de filiación a un partido político o la ubicación en un lugar desfavorable en las listas de candidatos, además del tiempo que llevan las responsabilidades asumidas en el hogar por gran parte de las mujeres y las críticas de la familia. Catalina Arango menciona la necesidad de tener un presupuesto para recoger un número significativo de firmas que posibilite la candidatura. “Resulta siendo extenuante la participación para nosotras porque, además de que tenemos nuestro trabajo, nuestra familia, tenemos nuestra participación, como una triple jornada que requiere nuestro esfuerzo”, afirma la integrante de Estamos Listas para Gobernar.
Para las defensoras de derechos humanos, los desafíos de la disputa electoral se suman a la inseguridad y a las problemáticas locales. “Tenemos muchos problemas con el tema de sustitución, hay muchas personas -no tanto de las nuestras- que no se han acogido al tema de sustitución, que aún tienen cultivos ilícitos. Para nosotros eso es una problemática porque, cuando vienen con la fumigación, no solo afecta lo ilícito, sino al pan coger, el plátano, la yuca, el cacao, entonces nos perjudica”, afirma Dolis Valencia, del Concejo Comunitario de Alto Mira y Frontera, en Tumaco. La lideresa, enfocada en temas locales de educación, también cuenta que hay una “lucha constante” contra la minería ilegal y la contaminación de los ríos por oleoductos y empresas palmicultoras, que perjudican la pesca.
Dolis también afirma que ya sufrió amenazas y que otros dos líderes de la zona fueron asesinados en los dos últimos años. Darli Rojas, de Córdoba, también sufrió hostigamientos. Remitió su caso para la Unidad Nacional de Protección (UNP), pero aún no ha tenido acceso a un plan de emergencia o a un esquema de seguridad. “Yo quiero dejarlo [el rol de lideresa] a veces, mi mamá llora mucho por mí, mis hijas lloran por mí, pero yo les digo: ‘no me voy’”.
Maritza Salavarría, líder de restitución de tierras de 286 familias en la vereda Mundo Nuevo, Córdoba, está siempre acompañada con uno o dos escoltas asignados por la UNP. “Para uno es muy difícil porque uno quiere la libertad, uno quiere ser libre. Este es nuestro país y no debiera estar pasando lo que está pasando con nosotros los líderes. Y a nosotros nadie nos presta atención, es muy duro decirlo, pero es así. ¿Tienen que dejar que maten, cuatro, cinco, 15?”
Trabajo y resistencia
Los motivos para resistir a los retos y a las amenazas, según las lideresas, están en el trabajo que realizan. “El territorio mío tiene muchas dificultades. Ir a una comunidad y que te digan, ‘mira, está pasando eso’, y que, a partir del conocimiento mío y de las amistades, yo pueda tocar puertas y ayudar a esas personas, para mí es mucho, es sentir que les he sido útil”, afirma Dolis Valencia.
Marcela Bolaños señala que su labor está en la “facilidad de poder denunciar y ayudar a solucionar las problemáticas” y que ha aprendido a vencer su inseguridad cuando se ha dado cuenta de que sus acciones tenían un buen resultado. “Si me siento identificada, si para mí es una pasión, lo voy a seguir haciendo.” El trabajo con la comunidad también es destacado por Martha Lucía Flor D’Agua. “El líder y la lideresa son el único escenario de resistencia, las personas que están resistiendo para transformar de manera positiva, animan a los demás, marcan la ruta, son las personas en quien se confía”, añade.
Por su parte, Darli Rojas pretende dejar un legado con su trabajo. “Quiero que de pronto que algún día me recuerden. ‘Hombre, mira que aquella pelada que algún día empezó así y mire todo lo que dejó.’ Eso lo quiero yo”, finaliza.