Más familias y bebés en La Fila

En la zona de reincorporación de la vereda La Fila, en Icononzo, Tolima, la población adulta disminuyó después de la dejación de armas pero aumentó en 2018. Han regresado excombatientes, esta vez con sus familias y la fuerza del baby boom duplicó las cifras de menores en el lugar. 

“Muchos excombatientes que estaban aquí ya se fueron a buscar a sus familias, yo creo que debido a las necesidades y a la incertidumbre. Se empezaron a ir prácticamente cuando llegaron las cédulas y la bancarización. Pero también ha vuelto gente y esta vez se han venido para acá con sus familiares, con sus mamás, papás, hermanos e hijos. Debe ser por las mismas necesidades, debe ser que por allá no encuentran otra forma de vivir y acá tienen más oportunidades” afirma Gustavo, cuyo nombre registrado en la cédula es Yamith Garzón.

En la vereda La Fila queda ubicado el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación -ETCR- Antonio Nariño. Los ETCR son los espacios en los que actualmente se encuentran viviendo excombatientes de las Farc, como parte de su proceso de reincorporación a la vida civil. Antes, estos espacios tenían el nombre de Zonas Veredales de Transición y Normalización, y tenían por objetivo la entrega de armas de la exguerrilla.  

Según lo registrado por La Paz en el Terreno, en el ETCR Antonio Nariño, para febrero de 2017, antes de la primera fase de entrega de armas, se registraron 320 adultos. Luego, en agosto de ese mismo año, con la finalización de la entrega de armas, se reportaron 14 personas menos. Un mes después, cuando ya estaban funcionando los ETCR en todo el país, la cifra siguió bajando hasta 270 personas. Ya para marzo del 2018, la cifra dejó de disminuir y por el contrario, aumentó a 290 excombatientes con mayoría de edad, lo que equivale a una disminución de cerca del 9% de la población inicial.

 

Yamith Garzón habla de los cambios en el ETCR de Icononzo from Rutas del Conflicto on Vimeo.

Una de las razones de este aumento entre septiembre de 2017 y marzo de 2018 puede ser la que menciona Gustavo, que han llegado al espacio familiares de excombatientes. Es el caso de Johan Gutiérrez, un joven de 15 años, proveniente de Villavicencio, Meta, que no combatió con las Farc pero que es hermano de un excombatiente. Johan llegó a este espacio para acceder de manera gratuita a la formación en educación básica que ofrecen profesoras y profesores de Bogotá.

Las clases hacen parte del proyecto “Arando la Educación”, una alianza entre la Universidad Abierta y a Distancia - UNAD-, La Universidad Distrital, la Fundación Transformemos, el Consejo Noruego de Refugiados y el Ministerio de Educación, que tiene como propósito brindar educación básica primaria y secundaria a excombatientes de los ETCR del país, en su proceso de reincorporación a la vida civil, pero también a las comunidades aledañas a estos espacios.

El proyecto está compuesto por seis ciclos, cada uno de tres meses, que equivalen a toda la primaria y el bachillerato. Johan llegó a la zona a comienzos de 2018 desde Miraflores, Guaviare y ya se encuentra en el ciclo 3, es decir, sexto y séptimo de bachillerato. Todos los días asiste a una clase de dos horas en el ETCR, donde le enseñan matemáticas, español, ciencias naturales y ciencias sociales. Espera graduarse el año que viene. Luego, le gustaría acceder al servicio de educación del SENA (Servicio Nacional de Aprendizaje) para estudiar ingeniería electrónica.

 

Baby boom en Icononzo

 

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Desde que las Farc se empezaron a ubicar en las zonas de agrupamiento para la entrega de armas, en los medios de comunicación se habló de un fenómeno llamado baby boom, que tenía que ver con el crecimiento de los embarazos y el nacimiento de bebés en estos espacios. Las dinámicas de la guerra no permitían que esto ocurriera, pero una vez salieron de la selva, pasaron de la muerte a la vida. En este momento, el ETCR de Icononzo está viviendo el fenómeno con fuerza: la población de menores ha aumentado casi el doble entre 2017 y 2018.

A diferencia de la población adulta, en el ETCR de Icononzo la población de menores siempre ha tendido a aumentar. Según lo documentado en La Paz en el Terreno, en febrero de 2017 se registraron 11 menores, luego en agosto de ese año ya habían cuatro más y aunque un mes después, en octubre, se registraron 14 de estos, para el 2018 la cifra se duplicó. En marzo de este año se registraron 32 menores, sin contar a las mujeres embarazadas.  

En el ETCR Antonio Nariño se están empezando a tomar algunas medidas para responder a las nuevas necesidades que surgen de esta situación. Una de ellas es la construcción de un jardín infantil que ya se encuentra en obra. Según el excombatiente Gustavo, la idea de este jardín es que sirva para cuidar a los niños y niñas de excombatientes mientras sus madres y padres estudian, hacen sus diligencias o trabajan en alguna labor de la zona. También planean brindarles educación preescolar.

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Otra excombatiente llamada Rocío (nombre cambiado para guardar su anonimato) también conoce el proyecto del jardín y le gustaría trabajar allá cuidando bebés. Rocío es una mujer dulce y de contextura robusta, tiene cerca de 30 años y todavía no es madre pero quiere serlo. En el pasado quedó embarazada, según ella por una falla en la inyección anticonceptiva. Le practicaron un aborto cuando el embarazo ya estaba avanzado y esto la ha marcado física y emocionalmente hasta el día de hoy. Afirma que muchas compañeras que han tenido abortos no han podido volver a quedar embarazadas así que teme que le pase lo mismo.

Rocío siente todavía mucha incertidumbre por el futuro del proceso de paz. Está esperando el resultado de las elecciones presidenciales para saber qué va a pasar con los ETCR y con su proceso de reincorporación. Sueña con ser mamá y formar una familia junto a su compañero, una vez se estabilice la situación y haya más garantías en el proceso.   

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