La esperanza del sostenimiento de varias familias en el municipio de Dibulla, La Guajira, está puesta en la recuperación y producción de una semilla de cacao criolla que espera una oportunidad para germinar.
La violencia que ha vivido el departamento de La Guajira en las últimas décadas llevó a que el agricultor Víctor Jesús Sotomayor se viera forzado a salir desplazado del municipio de Dibulla por amenazas de grupos guerrilleros. Víctor pudo retornar al pueblo hasta el año 2015 y empezó a trabajar en proyectos productivos con la comunidad, como las gallinas ponedoras que proporcionan huevos para la venta.
Sin embargo, el proyecto productivo que recientemente más ha llamado la atención de varias familias campesinas en Dibulla ha sido la recuperación de una semilla criolla de cacao blanco. Las semillas criollas son las que han sido utilizadas por varias generaciones y adaptadas para la siembra sin ningún proceso químico o industrial. Una de sus propiedades es que, al finalizar el proceso de cultivo, producen nuevas semillas para el siguiente sembrado. Su uso muchas veces es visto como un regreso a la agricultura tradicional.
Según explicó Víctor, esta especie de cacao es característica de Dibulla, pero no se estaba cosechando. Wilfredo Acosta, técnico agropecuario, se ha encargado de dirigir el semillero de cacao criollo blanco, con el fin de aumentar los árboles de esta especie en el municipio. La meta que se han propuesto es llegar pronto a 22 hectáreas sembradas junto a varias familias campesinas.
Este proyecto, así como el de las gallinas ponedoras, se ha impulsado en la comunidad especialmente por familias en condición de vulnerabilidad económica. Según Víctor, buscando que el proyecto tenga mayor impacto social, han invitado a personas de la tercera edad que no han podido pensionarse para que participen, ya que el cacao no necesita de muchos cuidados y es una buena fuente de ingresos. El proyecto no es pensado únicamente como una idea productiva, sino también ambiental que contribuya con la reforestación de esta planta nativa en la zona. Así, también se fertilizaría la tierra de manera natural, sin usar químicos.
Esta semilla no se puede cultivar cerca de otros tipos de cacao, porque se dañan ambos. La comunidad no ha podido procesar los árboles de cacao blanco, porque aún no tienen la cantidad suficiente, y su principal uso ha sido el consumo propio y la continuidad del semillero. La intención es poder comercializarlo en el corto y mediano plazo.
La diferencia que tiene este tipo de cacao con los otros es, principalmente, su color, pues el blanco no hace parte del aspecto usual de esta semilla. También su precio, ya que, según Víctor, se puede triplicar con respecto al cacao normal. La idea es que el proyecto se convierta en una importante fuente de ingresos para la región.
Justamente, la potencial triplicación del precio fue una de las razones que tuvieron en cuenta Víctor, sus compañeros y el equipo del programa Active Citizens para apostar por esta alternativa. Según el líder, el British Council les ayudó a conseguir a una persona capacitada en estas tareas agrícolas, pero no pudieron continuar el proceso con él por falta de recursos para trasladarlo hasta el municipio.
Aparte del evidente reto del dinero, esta iniciativa afronta lo que para David Navarro, líder facilitador del programa, sería un reto mayor: capacitar a los futuros trabajadores en la recolección, el procesamiento y la fermentación del cacao. “Un proceso que necesita ciertas competencias técnicas y, cómo esas competencias solo las tienen los cuatro o los cinco que formularon el proyecto, es un reto”. Cuentan, sin embargo, con la ventaja de que en Dibulla hay una fuerte actividad cacaotera y artesanalmente tienen conocimientos valiosos, pero necesitarían mayor tecnificación del personal “para aumentar la producción”.
Víctor concuerda, pues dice que varios campesinos ya conocen cómo se cultiva el cacao, porque llevan varios años con la práctica, pero esperan que más personas de la comunidad puedan contar con capacidades técnicas, como las del técnico agropecuario Wilfredo Acosta, que les permita avanzar con el emprendimiento.
Según Navarro, este proyecto necesita recursos para “el primer arranque, como cualquier proyecto de emprendimiento”. No obstante, el programa no está centrado en la financiación de los proyectos, sino en su planteamiento sólido y colectivo para que sus beneficiarios puedan gestionarlos por su propia cuenta.
El segundo reto que señala Navarro es la necesidad de buscar un mercado, para cuando el cacao blanco esté listo, considerando que la competencia de la producción de semilla de otros tipos en la región es amplia. Es el caso de una asociación en Dibulla que produce diferentes tipos de cacao y los exporta a Polonia o de Santa Marta, que en el corregimiento de Minca produce cacao de alta calidad.
Otro reto importante es el riesgo de que vuelva el glifosato al campo colombiano, una apuesta del gobierno de turno, que en varias oportunidades ha declarado públicamente su intención de que así sea. Víctor recuerda que las fumigaciones aéreas con glifosato iniciaron a mediados de los años 70 en Colombia y en la Sierra Nevada de Santa Marta, donde se buscaba erradicar la siembra de plantas de marihuana. Las aspersiones en Dibulla, según él, afectaron los cultivos de cacao, café y aguacate.