Por: Sharon Mejía, Santiago Luque y Juan Gómez
—periodistas de La Paz en el Terreno* —
Fotografías: Archivo de El Espectador y cortesía del British Council
Diseño y montaje: Paula Hernández Vargas
Publicado el 9 de julio de 2019
Las cinco historias que aquí se cuentan son evidencia de que el liderazgo social en Colombia no puede ser encasillado en una única actividad o forma de trabajo. Con objetivos, personajes y lugares diversos, las iniciativas muestran por qué nacen los líderes y las lideresas y hasta dónde son capaces de llegar cuando luchan por el bienestar y los derechos de sus comunidades.
Los defensores de derechos humanos en este país a diario se enfrentan a amenazas contra sus comunidades también causadas por el ser humano, como la quema de cientos de hectáreas, talas indiscriminadas, minería ilegal, violencia de género, abandono estatal y posibles inundaciones que pudieron prevenirse a tiempo.
Muchos están expuestos a riesgos inminentes por contrariar los intereses de los poderes de facto que se disputan el control de sus territorios. Diferentes organizaciones, estatales y no gubernamentales, han denunciado el asesinato de centenares de líderes y lideresas sociales tras la firma del acuerdo de paz. Sin embargo, no todos han sido amenazados por su labor y, por el contrario, han encontrado en la coyuntura política del proceso de paz una ventana útil para reclamar sus derechos.
El trabajo de los líderes sociales en favor de sus comunidades incluye la formulación de proyectos que atiendan a las necesidades locales y, además, sean atractivos para los ojos de posibles financiadores nacionales e internacionales, comenzando por el Estado y llegando a la cooperación internacional.
Ante la necesidad de muchos líderes y lideresas de saber cómo plantear proyectos en el papel, con objetivos, cronogramas y presupuestos claros, varias organizaciones, como ONG y embajadas, han optado por acompañarlos en esta tarea, aportando desde la formulación hasta la financiación de las propuestas. Un rol que ha sido elogiado por las comunidades, gracias a la utilidad de los apoyos, pero también criticado, entre otras razones, por no cumplir en ocasiones sus expectativas.
Entre las iniciativas internacionales que apoyan a los defensores de derechos humanos está el programa Active Citizens (Ciudadanos Activos), que el gobierno británico ha impulsado en diferentes países para aportar herramientas y redes a propuestas encaminadas al llamado “desarrollo sostenible”. En Colombia están desde el 2017 y han trabajado en al menos medio centenar de municipios, apoyando, principalmente, procesos formativos de incidencia política y gestión de proyectos.
Las retos de cada iniciativa involucran la sostenibilidad en el tiempo y la capacitación de sus equipos en conocimientos especializados. En algunas regiones, los problemas se suman a la inseguridad para los líderes y su comunidad y la posible manipulación política de las propuestas.
El trabajo, los logros y los desafíos están presentes en las cinco historias apoyadas por el programa Active Citizens que se presentan abajo: redes de jóvenes en el Meta y de líderes y lideresas en el Cauca y en el Putumayo que defienden, cada uno a su manera, el medio ambiente; un grupo de mujeres en pro del empoderamiento femenino en el sur de Colombia y unas familias al otro extremo del país, en la punta norte, que en la naturaleza han encontrado una potencial fuente de sustento.