AETCR “Marquetalia, cuna de la resistencia”, Planadas, Tolima

El Antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (AETCR), El Oso, o “Marquetalia, cuna de la resistencia”, se encuentra sobre las montañas de la Cordillera Central, en el corregimiento de Gaitania, en Planadas, al sur del Tolima. Allí, cerca de 84 excombatientes están reincorporándose a la vida civil, junto a sus familias. La siembra de café es una de sus principales formas de subsistencia. Lo producen a través de la Cooperativa Multiactiva Marquetalia por un Futuro Mejor, Comumafur, que cuenta con cerca de 58 personas asociadas, donde algunas de ellas hacen parte de la comunidad, del pueblo indigena Pijao.

Cuentan con su propia marca de café, se llama El Tercer Acuerdo, y con ella participaron este 2021, de la Feria Mundial del Café. También crían peces, de la especie tilapia roja, un proyecto dirigido por la Asociación de Mujeres Productoras del Oso (Asomaproso). Además de estos productos para la comercialización, esta comunidad tiene sembrados de frijol, y productos de pancoger para el autoconsumo.

Actualmente están construyendo una cafetería, un módulo de confecciones para la creación de prendas deportivas, un taller de ebanistería, que trabaja por encargo para vecinos de la vereda, de Gaitania y Planadas. Además de encontrarse consolidando un proyecto de recreación, denominado Microcomplejo Turístico y Deportivo, y otro de guianza turística llamado La Ruta Marquetalia, que pretende narrar la historia que se esconde entre las montañas del sur del Tolima, que entre 1940 y 1966 fue epicentro del nacimiento y consolidación de la guerrilla de las FARC, y de lo que se llamó la Nueva Marquetalia. Además, históricamente este departamento ha sido el gran foco del conflicto en Colombia, durante el periodo de la historia nacional que conocemos como La Violencia. Además, Juan de la Cruz Varela fundó las primeras autodefensas campesinas, con apoyo del Partido Agrario Nacional y el Partido Comunista en 1940.

Estas apuestas económicas han contado con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) entre otras. Sin embargo la autogestión y el Capital SemillaUna entrega única de ocho millones, para el financiamiento de proyectos de vivienda, productivos o educativos. Este dinero es entregado a través de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN). son las fuentes reales y principales de financiación para estos proyectos.

El acceso a tierras para la población excombatiente del AETCR Planadas ha sido complejo. Aún es incierta la compra de un predio para construir viviendas, señala su líder, Oscar Trujillo. Afirma que el Gobierno paga un arriendo por la finca en que se encuentran, pero no compra la tierra y en consecuencia, no se las titula.

Muchos de sus compañeros y compañeras han decidido abandonar el punto de concentración, y dirigirse a otros municipios y conformar nuevos espacios de reincorporación. Porque “no hay las tierras para desarrollar, acá ya llevamos cerca de cinco años y aún es incierto el tema de vivienda. Entonces esa preocupación es latente” añade Trujillo. Otras de las causales fueron las amenazas contra su vida, llevándolos a refugiarse en el otro AETCR del Tolima, Antonio Nariño de Icononzo, o en algunas de las NAR que se han desprendido de este, ubicadas en los municipios de Dolores, Chaparral, Roncesvalle, y Rioblanco.

La Consejera Política del partido político Comunes, para el departamento del Tolima, Laura Vega, también señala el por qué ha sido muy difícil poder resolver el tema de tierras. “Para nosotros tiene dos cosas importantes: está vinculado al tema productivo, el otro es el tema de vivienda. En el tema productivo, incluso muchos proyectos iniciaron con predios en arrendamiento con opción de compra, con la promesa, la expectativa que se les generó de que el gobierno iba hacer la compra de los predios, cosa que no ha sucedido. Hay proyectos, como el de ganadería en el ETCR de Icononzo, que ya es claro que no van a poder comprar la tierra, y que hay una serie de inversiones ya hechas en ese proyecto. Entonces se maneja mucha incertidumbre”.

Son casi cinco años de la firma del Acuerdo de Paz en Colombia, y la dificultad sigue siendo la misma: el acceso a tierra. Una deuda histórica con el campesinado colombiano, y la urgencia por décadas en nuestro país, que permita a las familias el acceso a un predio, lote o terreno en la zona urbana o rural, y así construir un proceso sostenible de economía familiar, de seguridad alimentaria y libertad económica.