Mutatá, San José de León



“No quisimos vivir en la incertidumbre que vive el 80% de los excombatientes en el país que viven en terrenos arrendados, con un futuro incierto esperando a ver si nos van a cumplir o no”: ‘Ruben Cano’, líder de la NAR de San José de León



A unos 20 minutos en moto desde el puente La Fortuna en Mutatá, Antioquia, se encuentra la Nueva Área de Reincorporación (NAR) de San José de León. Con una placa huella que atraviesa el caserío y casas y salones a lado y lado construidos con ladrillos, es una de las 25 NAR en el país que han sido reconocidas como zonas aledañas a los Antiguos Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (AETCR) que sigue recibiendo el abastecimiento y los kits de bioseguridad del Gobierno.


Actualmente, en las 40 casas que hay en esta NAR, viven entre 120 y 125 reincorporados y sus familiares. Construidas algunas en ladrillo y otras en madera, son espacios amplios, con varias habitaciones, cocina, comedor, sala y algunas son de hasta dos pisos de altura. “Cuando llegamos aquí, el 5 de noviembre de 2017, nos acomodamos en plásticos y carpas […] Y para la fabricación de las casas ensayamos de distintas formas. Traíamos máquinas, gasolina, aceite quemado y en esta tierra había bastante maderita, entonces como entre nosotros hay gente que sabe de todo, empezamos a hacerle. Los que sabían aserrar, empezaron a cortar madera y con la renta básica fuimos comprando las cosas, láminas de cinc y otros materiales. Además, gente de Las Brisas y de Llano Grande nos apoyaron con plásticos y herramientas”, cuenta Lilia Tavera Mendoza, quien prefiere ser llamada como ‘Adriana’, una excombatiente del Frente 58 que estuvo en las FARC durante 21 años.






Placa huella construida por reincorporados en la NAR de San José de León, Mutatá.
Foto: Karen Sánchez.



Como lo describe la misma ‘Adriana’, los casi 60 excombatientes que llegaron a este territorio provenientes del extinto Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación de Gallo, en Tierralta, Córdoba, venían “sin esperanza de que el gobierno nos ayudara a hacer las casas, porque cuando salimos del Gallo dijimos: a lo que nos toque”. Aun así, encontraron ese terreno de 18 hectáreas de tierra que les vendían a 4 millones de pesos cada hectárea, aportaron cada uno de un millón de pesos y entre simpatizantes del partido Comunes y conocidos de ‘Ruben Cano’, líder de esta NAR, también les aportaron para la compra del predio. Tiempo después adquirieron un terreno contiguo de 29 hectáreas, por lo que esta NAR actualmente cuenta con un total de 47 hectáreas de tierra, que tiene escrituras a nombre de la Cooperativa Multiactiva la Fortuna (Cooportuna), fundada por 25 excombatientes a un mes de haber llegado al territorio y conformada hoy en día por un total de 60 afiliados.


‘Ruben Cano’ explica que la inseguridad económica fue la razón por la que se vinieron del ETCR de Gallo, “nosotros no quisimos vivir en la incertidumbre que vive el 80% de los excombatientes en el país que viven en terrenos arrendados, con un futuro incierto esperando a ver si nos van a cumplir o no. El Gobierno no ha cumplido, entonces tomamos la decisión de que había que trabajar y éramos conscientes de que los proyectos productivos funcionan dependiendo de la ubicación donde uno esté y Gallo no era el mejor sitio para hacer el proyecto productivo”.


Por eso, desde que tomaron la decisión de trasladarse a Mutatá, venían con la idea de hacer un proyecto productivo de piscicultura que hoy es una realidad. Empezó como un proyecto pequeño que creció gracias a que 58 reincorporados invirtieron los 8 millones de pesos que el gobierno le da a cada excombatiente para la ejecución de proyectos productivos. Hoy produce 4 toneladas de pescado mensualmente, que son vendidas a 9 mil pesos el kilo y se distribuyen en Apartadó y Chigorodó. Según ‘Ruben Cano’, la idea es que el proyecto crezca “para producir la cantidad que requiere la región, [...] y que este se convierta en una seguridad económica para quienes estamos ahí”. Las ganancias que quedan de este proyecto son recibidas y administradas por Cooportuna.






Proyecto productivo de piscicultura en la NAR de San José de León, Mutatá.
Foto: Karen Sánchez.



Además de este, el principal y más ambicioso proyecto productivo con el que cuenta esta NAR, cuando llegaron al territorio, iniciaron otros proyectos como la creación de galpones con 200 gallinas y pollos, que tuvieron que abandonar porque no tenían dónde comercializar ni los huevos, ni los pollos, por lo que empezaron a percibir pérdidas. También tuvieron cocheras y cosechas de maíz y de plátano. Y en este momento, gracias al Comité de Mujeres y Género, fundado cuatro meses después de llegar al territorio y conformado actualmente por 16 mujeres y un hombre, cuentan con un taller de costura, un cultivo de cacao de 2 hectáreas y están en construcción un restaurante y un centro del cuidado o guardería.


‘Adriana’ y ‘Ruben’ coinciden en que las ayudas recibidas por el gobierno han sido principalmente con capacitaciones, acompañamiento y los 8 millones de pesos; además, la Alcaldía de Mutatá donó 4 km de placa huella y han recibido muchas asesorías de la Agencia Nacional de Reincorporación (ARN), la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y otras entidades, sin embargo, llegaron “cuando nos vieron decididos, que ni los montajes que hicieron contra mí, ni las críticas, ni el bloqueo económico nos detuvieron. Cuando ya teníamos las cosas montadas y algunos proyectos productivos marchando, ahí sí nos llegó el apoyo. Esa es la realidad”, cuenta ‘Ruben Cano’.


En cuanto a la relación con las personas que ya habitaban la zona, ‘Adriana’ contó que “cuando estábamos armados pasábamos por aquí. Entonces nos sentimos bien recibidos porque nunca fuimos echados, además la gente nos colaboró con las mulas para traer los corotos y todo [...] Y nosotros también hemos traído algunos beneficios. Por ejemplo, la carretera está gracias a nosotros, a que hemos tenido buenos líderes que han jalonado para traer muchas cosas, como electricidad”.


Tanto excombatientes como sus familiares trabajan en los proyectos productivos y reciben un sueldo por sus labores. En materia de seguridad, ‘Adriana’ y ‘Ruben’ coinciden en que ni en Gallo ni en San José de León se han sentido inseguros.


Respecto a la asignación de tierras que por derecho les corresponde, a pesar de que la comunidad de excombatientes ha gestionado 47 hectáreas que están a nombre de la cooperativa, hay personas que sueñan con una parcela propia, es el caso de Luz Ledys, una mujer que vivía en Córdoba, militaba en las FARC y actualmente es la pareja de uno de los excombatientes que llegó de Gallo. Dice que “todos aquí somos de origen campesino y quisiéramos trabajar la tierra, pero no tenemos” y que su sueño es “conseguir una parcelita de unas 4 hectáreas en esta zona para trabajar porque mi compañero sabe sus labores del campo, no tiene conocimiento de otro trabajo. Nosotros quisiéramos eso porque nos preocupa qué vamos a hacer cuando se acabe la asignación mensual”.


Al conversar con ‘Adriana’ y Luz Ledys, se percibe cierta sensación de orgullo porque, según ellas, a diferencia de otras experiencias de ETCR y NAR, esta ha sido exitosa, porque “nosotros no hemos esperado a que el gobierno nos solucione todo sino que hemos buscado hacer las cosas. Por ejemplo, sabíamos que para los proyectos necesitábamos una carretera y empezamos a hacerla entre hombres y mujeres. Fue un trabajo de todos los días”, relató Luz Ledys. La hicieron con el concreto que les donó la Alcaldía de Mutatá, que luego ayudó en el proceso de construcción.


Cuando hablan sobre el futuro, dicen que desean tener una estabilidad económica porque en cualquier momento se acaba la renta básica, que quieren apropiarse del campo, poder vivir de los proyectos y que todas las personas que están en la NAR tengan empleo.


Adriana’, quien dice agradecer a Dios por darle la oportunidad de vivir su experiencia como civil, sueña con algún día poder irse a vivir cerca a su familia, a la que dejó en el Caquetá desde que tenía 13 años. Pero sigue en San José de León, apostándole a la paz, porque “estoy cumpliendo con una palabra que le di al país, ayudando al proceso”.








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