La visita al municipio de Algeciras, ubicado en el departamento del Huila, empezó cuando despuntaba el alba, bajo una leve llovizna el viernes 19 de marzo. El viaje tardó dos horas en moto desde Neiva, la capital del departamento.
A las 9 de la mañana tendría lugar una reunión ofrecida por el Secretariado Nacional de Pastoral Social - Caritas Colombiana –organismo de la Conferencia Episcopal que busca incidir en la construcción de la verdad, la reconciliación y la justicia de la sociedad. Se esperaba la llegada de reincorporados, residentes en Algeciras.
Algeciras está ubicado en un ramal de la cordillera andina, en medio de montañas que se van haciendo cada vez más altas a medida que el camino avanza. La reunión estaba organizada en la parte trasera de la Iglesia Nuestra Señora de Lourdes, situada a un costado del parque principal del municipio. A las 10 a.m. todavía no arribaba el primer excombatiente de las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Los organizadores de la reunión empezaron a murmurar que había faltado difusión. Finalmente llegaron 6 reincorporados, aunque los organizadores esperaban un número mayor.
El primero en entrar y el último en irse fue Ramiro Wales Bocanegra, firmante del Acuerdo de Paz, y quien en sus años de guerrillero hizo parte de la columna móvil Teófilo Forero. Tras la firma del Acuerdo se trasladó a la Zona Veredal Mariana Páez, en Mesetas, Meta. Cuando esas zonas caducaron para dar paso a los Espacios Territoriales para la Capacitación y la Reincorporación (ETCR), se ubicó en el ETCR El Paraíso, en Algeciras.
Ya es un hombre mayor, las líneas de expresión alrededor de sus ojos y su mirada lo delatan. Según Ramiro en el ETCR El Paraíso llegaron a ubicarse alrededor de 64 reincorporados, sin embargo, “hoy por la difícil situación de orden público que hemos vivido en este municipio, pues, algunos compañeros han sido asesinados, otros han sido desplazados, quedamos alrededor de unos 52 reincorporados”.
La ola de violencia no para en Algeciras, Huila..
Foto: Daniela Manrique.
Según el último informe de la Misión de Verificación de la ONU, difundido en junio de 2021, desde la firma del Acuerdo de Paz han sido asesinados ocho reincorporados en el departamento del Huila.
En Algeciras está el caso de Ricardo Lee Patiño, reincorporado asesinado el 15 de diciembre de 2019 en la finca La Gentilesa en la vereda Quebradón; el de Yan Carlos Montaño Ovalle, el 31 de mayo del 2020, hijo de 19 años del excombatiente José Javier Montaño, quien luego del suceso se vio obligado a desplazarse del municipio; y también el de Esder Pineda Peña, asesinado el viernes 21 de febrero del año 2020.
La Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN), reconoció a Esder Pineda Peña como tesorero de ASOPROPAZ –Asociación de productores y comercializadores, semillas de PAZ-, y como promotor del proyecto avícola Gallina feliz, financiado con recursos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
“Inicialmente se trabajó en un proyecto colectivo acá en Lagunilla, un proyecto avícola; producción de huevos, gallinas ponedoras, pero, precisamente por la falta de apoyo y la difícil situación de orden público, los compañeros que lo integraban, unos fueron asesinados, como el compañero Esder Pineda que fue uno de los fundadores, y otros han sido desplazados, entonces ese proyecto se disolvió”, relata Ramiro.
“Otros dos proyectos que conozco acá salieron para dos compañeros reincorporados, también proyectos avícolas, proyectos de una suma muy importante, pero, también ese proyecto quedó en el aire porque uno sufrió un atentado y le tocó desplazarse del municipio en un estado precario de salud y el otro compañero si está trabajando con ese proyecto, pero desde Neiva porque también es amenazado”.
La preocupación de Ramiro es evidente. La violencia en el municipio no ha dado tregua y la única protección con la que él cuenta es un chaleco antibalas que se alcanza a percibir por encima de su camisa. Sin embargo, considera que no es suficiente, que esto no garantiza ni su seguridad, ni su integridad. Él al menos cuenta con ese recurso, pero se pregunta: “¿y el resto? La seguridad es uno de los problemas que nos tienen más preocupados dentro del proceso de paz, y hablo no solo por nosotros los excombatientes sino por los líderes y lideresas de Colombia que reclaman lo justo para sus comunidades. Es que nos están asesinando”.
Algeciras es el único ETCR ubicado en el Huila, y es también el único municipio del departamento que hace parte de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET). Aunque esto trae múltiples beneficios tanto al municipio como a los reincorporados, Ramiro menciona que a finales del año 2020 se les notificó que el Gobierno Nacional les aprobó un aporte económico para la construcción de viviendas, pero explica que “Algeciras entró en una desventaja: ley segunda. ¿Qué es ley segunda? que aquí a menos de un kilómetro a la redonda, ya aparece como territorio protegido ambiental. Nos hicieron conocer las maquetas de cómo van a quedar las viviendas, tenemos ese buen aporte del Gobierno Nacional, pero no es posible tener acceso a la tierra donde lo vamos a construir”.
De acuerdo con el Plan de Ordenamiento Productivo y Social de la Propiedad Rural del Departamento del Huila, 40.275,65 hectáreas de las 59.234,07 que pertenecen al municipio de Algeciras corresponden a Reservas Forestales, (Ley 2 de 1959), es decir, el 67,99 % del área municipal.
Pese a la inseguridad y dificultades para adquirir tierras, Ramiro sigue buscando formas de protegerse y de continuar en la gestión de recursos para invertir en proyectos que le aseguren una reinserción económica.
Sin embargo, en cuanto a los proyectos individuales Ramiro expone que “ha sido un dolor de cabeza para nosotros los reincorporados la documentación tan extensa que hay que aportar para poder tener acceso a esos 8 millones, que es el capital semilla que nos dan dentro de la ley 1820. Yo de hecho acabo de enviarlo, acaba de pasar a la instancia nacional de Bogotá, estoy esperando el desembolso, pero llevo tres años en eso. Es muy dispendioso”.
Ramiro se despide haciéndole un llamado al Gobierno Nacional a no olvidar lo que para él es un punto fundamental para que el Acuerdo de Paz funcione: "para mí, lo primero sería el campesino, la atención al campesino, que es el eje del país. Lo tienen totalmente olvidado, no vemos una luz de que verdaderamente le agilicen garantías tanto psicosociales, como económicas y de seguridad, garantía a sus tierras”.